Durante los últimos 20 años hemos sido testigos privilegiados de como nuestra sociedad a emprendido un laborioso trabajo para lograr asegurar mecanismos de participación y representatividad juvenil en la política nacional. Dichos esfuerzos se vieron cristalizados de forma parcial, cuando en el año 2005 se implementó la famosa Ley de la Cuota Joven, iniciativa gubernamental que formaba parte de una solución integral que buscaba incentivar la participación de nuestros jóvenes en el ámbito político. A decir de Jave y Uchuypoma (2013), las cuotas son una medida de acción positiva que asume que existen desigualdades sociales, económicas, políticas y culturales que impiden una participación bajo las mismas oportunidades entre grupos sociales e individuales.
Por lo cual, 14 años después de promulgada esta
ley y habiendo pasado por una serie de crisis políticas y sociales en nuestra
nación, es menester reflexionar acerca del rol que juega nuestra juventud y su
participación con incidencia real. Solo en nuestro país más de 7 millones de
jóvenes entre los 18 y 30 años sufragaron durante los comicios del 2018, es
decir el 29.8% de los votantes habilitados. La juventud es una fuerza positiva
capaz de lograr el cambio social transformador (PNUD) y hoy esta fuerza
representa a nivel nacional a más del 30% de nuestra población.
Otro dato importante es considerar es que para
el año 2016 más de 200 jóvenes postularon a cargos de elección popular, de los
cuáles solo 5 resultaron electos y para las votaciones llevadas a cabo el año
pasado, el escenario no fue muy favorable. Se puede percibir la sensación de
que la cuota joven sirve solo para el papel, para llenar la fórmula, pero no
está teniendo incidencia en la representatividad al momento de elegir y ser
elegidos.
En nuestra región, la realidad no dista mucho de la nacional, nuestros
órganos de gobierno a nivel regional y provincial, han acusado una falta de
institucionalidad de los gobernantes de turno, lo cual ha desencadenado en
decisiones que solo respondían a grupos de poder o a autoridades poco
comprometidas con promover espacios adecuados para el desarrollo de nuevos
liderazgos.
En la actualidad existen una serie de programas y proyectos
financiados por fondos del exterior (en su mayoría) que buscan promover e
incentivar el involucramiento de nuestros jóvenes en la política regional o
nacional. Dicha labor queda incompleta, al contastar con nuestras diversas tiendas políticas, las mismas que actualmente
no ofrecen ofertas de formación o capacitación de nuevos liderazgos.
Sin embargo, históricamente hablando el
sólido norte, ha representado un bastión importante al momento de definir
elecciones presidenciales en nuestro país, siendo así, es prudente reflexionar
acerca de nuestra juventud lambayecana y su rol en la política regional o
nacional.
Ante la actual crisis política y
proceso de reforma por el que atraviesa nuestro país, resulta importante considerar
que dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por la ONU en
la Agenda 2030, se encuentra el que habla acerca de la importancia de contar
con Instituciones Sólidas, Paz y Justicia, con estabilidad, respeto por los
derechos humanos y gobernabilidad efectiva basada en el Estado de Derecho. Hago
referencia a esté objetivo en particular porque considero, se ajusta hacia lo
que los peruanos y más aún los jóvenes peruanos debemos apuntar, reflexionar,
concientizar y hacer acción política para reforzar la institucionalidad de
nuestras instituciones, lo cual repercutirá directamente en la percepción de
confianza hacia nuestros líderes políticos, sociales y de otros ámbitos.
Muchas investigaciones en diversos
lugares del mundo, incluido nuestro país, la percepción de confianza de
nuestros líderes políticos es muy baja, el Perú por ejemplo registra la tasa
más baja, con solo 5% de la población que confía en sus autoridades en
Latinoamérica.
Así mismo procurar un ambiente de paz y justicia, representa un
objetivo concreto sobre el cuál se deben basar nuestras agendas y que
repercutirán directamente en un escenario de estabilidad, promoviendo así mayor
inversión privada y pública, entre otros beneficios que son en el mediano y
largo plazo, cuantificables para nuestra sociedad.
Desde esta columna y en base a la
experiencia propia, debo manifestar que dicho propósito no será fácil de
obtener, debo precisar que muchas sendas anchas y angostas se caminarán y muchas
de ellas acabarán por extinguirse, pero también debo transmitir que la pasión y
objetividad que le impregnemos a esta labor, será la marca que nos diferencie
del resto. Pero estoy seguro que nuestra juventud lambayecana, está lista para
afrontar esta reforma nacional con las exigencias que la situación lo amerita.
BIOGRAFÍA:
Lic. William Leonardo Supo
Oliden.
Nació en
Túcume, Lambayeque, un 16 de junio de 1985. Graduado como Administrador de
Empresas por la Universidad Nacional “Pedro Ruiz Gallo” (Lambayeque, Perú),
cuenta con una Especialización en Gestión del Talento Humano (Universidad
Nacional de Trujillo – UNT) y un Diplomado en Gestión de la Inversión Pública
(UNPRG – Lambayeque).
Inició su carrera como activista político, a los 19 años,
siendo promotor y fundador de la Primera Asociación de Estudiantes del Nivel
Superior en su natal Túcume (ADENSUT), resultó electo representante de la
Sociedad Civil en el Presupuesto Participativo Regional, espacio desde el cuál promovió
iniciativas de mejora a nivel regional, articulando la participación activa de
los jóvenes en la política.
En el año 2018 fue
invitado por el partido político Vamos Perú, tienda desde la cual fue candidato
a Regidor por la Provincia de Chiclayo en las Elecciones Regionales y
Municipales del 2018 (ERM2018) en Perú. Desde su labor política partidaria lidera
actividades de articulación e involucramiento de los jóvenes en la política de
su país. Ha sido electo Enlace Nacional de la Red de Jóvenes Políticos de las
Américas – Perú, para el período 2019 – 2020, organización desde la cual busca
seguir promoviendo y apostando por sumar al escenario de reforma política que
actualmente se vive e implementado una estructura que propicie el
empoderamiento de nuevos liderazgos desde todas las regiones.
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